miércoles, 22 de octubre de 2008

Austrofobia, constructivismos y utopismos

El Neoconomicón es un blog riguroso y de calidad, sobre todo en el tratamiento de temas filosóficos e históricos. Me sorprende, sin embargo, que su autor tenga esta percepción del pensamiento miseano:

"Nairu, la humanidad no se ahorraría padecimientos salvo que viviésemos en alguna utopía, y perseguir la utopía ha sido causa de padecimientos bastante gordos. O, como escribió Hölderlin, cada vez que el hombre ha tratado de hacer del mundo su paraíso, lo ha convertido en el infierno. Eso vale para Marx, pero también para Mises y para cualquiera que hable como un iluminado y pretenda abolir el a posteriori. Si hay que rescatar algo del liberalismo, será el empirismo y el espíritu escéptico, no la doctrinaza a machamartillo. O sea, que todos estos iluminados y visionarios, a la mierda".

Yo le he contestado que los que hicieron tanto daño en pos de esas utopías fueron los racionalistas constructivistas contra los que tanto batallaron Mises y Hayek. Que el liberalismo de éstos es todo lo contrario del utopismo constructivista. Que utopismo es creer que la acción estatal puede abolir la herencia sin consecuencias dramáticas, o que se pueden bajar los precios por decreto sin provocar escasez, o que los salarios pueden evolucionar independientemente de la productividad sin que aumente el paro. O en definitiva, esa pretensión arrogante según la cual, el hombre puede moldear a su gusto la realidad circundante. La doctrina de Mises y de Hayek, es todo lo contrario de la búsqueda utópica de paraísos. Es el reconocimiento de los límites de la ación política. Es el realismo frente al utopismo constructivista, por eso me indigna que las entradas sobre pensamiento austriaco en este blog vayan siempre acompañadas de etiquetas como "ingenuidad crónica", "ingenuidad sin límites" etc.

Lo que decía exactamente Hölderlin, conviene recordar, es lo siguiente: "Lo que ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la tierra es precisamente que el hombre ha intentado hacer de él su paraíso."

Sobre este tema, me parece muy conveniente recordar estas palabras que escribió Huerta de Soto para el prólogo de La Fatal Arrogancia ( F. Hayek):

"La gran aportación de Hayek consiste, básicamente, en haber puesto de manifiesto que la idea original de Ludwig von Mises en torno a la imposibilidad del cálculo económico socialista no es sino un caso particular del principio más general de la imposibilidad lógica del "racionalismo constructivista o cartesiano", que se basa en el espejismo de considerar que el poder de la razón humana es muy superior al que realmente tiene, y que cae, por tanto, en la fatal arrogancia "cientista" que consiste en creer que no existen límites en cuanto al desarrollo futuro de las aplicaciones de técnica o ingeniería social.

(...) Organizar la sociedad desde arriba , basándose en órdenes, mandatos coactivos y prohibiciones es teóricamente imposible, al impedirse la libre creación y transmisión del enorme volumen de información práctica que exige una economía moderna y que no puede ser siquiera intuido por el órgano central de planificación. (...) De hecho, todas las tragedias de la humanidad de los últimos cien años que no se han debido a causas naturales (...) han tenido su origen directo o indirecto en el deseo, muchas veces bienintencionado, de llevar a la práctica la utopía socialista."

En Derecho, Legislación y Libertad, Hayek explica esta idea con una claridad insuperable:

" El error característico de los racionalistas constructivistas a este respecto estriba en que intentan basar sus argumentos en lo que se ha denominado la ilusión sinóptica, es decir, en la ficción de que todos los hechos relevantes son conocidos por alguna mente, y de que es posible construir a partir de este conocimiento de los particulares un orden social deseable. A veces la ilusión se expresa con un toque de conmovedora ingenuidad en los entusiastas de una sociedad deliberadamente planificada, como cuando alguno de ellos sueña con el desarrollo del “arte del pensar simultáneo: la capacidad de abordar a un tiempo una multitud de fenómenos interrelacionados, y de integrar en un solo esquema los atributos tanto cuantitativos como cualitativos de estos fenómenos”(Lewis Mumford). Tales sujetos parecen ignorar completamente que este sueño esquiva el problema central que plantea cualquier esfuerzo por comprender o conformar el orden de la sociedad: nuestra incapacidad para reunir como conjunto abarcable todos los datos que integran el orden social. Todos aquellos que están fascinados por los bellos planes que resultan de tal planteamiento porque son “tan ordenados, tan visibles y tan fácilmente comprensibles”(Jane Jacobs), son víctimas de la ilusión sinóptica y desconocen que estos planes deben su aparente claridad al hecho de que el planificador deja a un lado todos los hechos que desconoce”…

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