viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Un país libre?

Esto ya no aguanta más. Es tarde ya para apaños y parches. Se requieren cambios drásticos. Demasiado ha durado este tinglado abyecto, esta partitocracia blindada por una justicia servil y por un sistema electoral a la medida. Los que producen no pueden seguir manteniendo tanto chiringuito improductivo. Cerremos de una vez las televisiones públicas; las diputaciones; los consejos comarcales y los cabildos insulares, el Senado¿qué farsa es esa de la representación territorial?; la Casa Real ... Reduzcamos el número de ayuntamientos y autonomías, con ocho habría suficientes. Liberemos la economía del control de sindicatos y políticos. Los que llevan 33 años construyendo este tinglado a su medida no lo van a derribar ahora. Es el momento de buscar otras alternativas:

lunes, 17 de octubre de 2011

Se tiene que descubrir empresarialmente

¿Qué debe enseñarse en las universidades? ¿En qué idioma? ¿Cuántos taxis debe haber para atender la demanda en Londres? ¿Cómo tienen que ser los teléfonos móviles que se produzcan? ¿Qué tipo de interés debe aplicarse en cada momento?

Nadie podría garantizarnos una respuesta concreta óptima a estas preguntas. Ningún burócrata ni científico tiene la información suficiente. Y aunque pudiese llegar a tenerla se quedaría desfasada inmediatamente al tiempo que cambian las circunstancias. La mejor manera de responder a cada una de estas preguntas es la misma: se tiene que descubrir empresarialmente.

El descubrimiento empresarial es un proceso dinámico en el que participan multitud de empresas compitiendo entre sí, aportando lo mejor de su creatividad, de sus recursos, de su experiencia y sabiduría para satisfacer al consumidor mejor que sus rivales. Algunas tienen éxito, otras fracasan, otras sacan al mercado un producto formidable pero al poco tiempo éste queda obsoleto superado por otro de la competencia. El proceso competitivo de descubrimiento empresarial nos ha dado los teléfonos inteligentes de última generación. Gracias a él cientos de millones de personas han podido beneficiarse del talento y la creatividad de Steve Jobs. Es un proceso imparable de adaptación e innovación en el que los consumidores participan comprando o dejándolo de hacer y así contibuyen a que prosperen los productos que por su calidad, su precio o su diseño, mejor se adapten a sus gustos. ¿Existirían los teléfonos móviles hoy si se hubiera encargado de su desarrollo algún ministerio cubano?


En otros ámbitos, sin embargo se renuncia a este proceso y se confía la resolución de los problemas a algún iluminado supuestamente muy sabio o se deja que una mayoría decida lo que es mejor para el colectivo, y le imponga a todos su solución, democracia. Se permite, por ejemplo, que Cándido Méndez o Toxo, decidan qué salarios son los correctos, que Trichet suba o baje los tipos de intervención del Banco Central cuando considere oportuno, porque se supone que tiene un conocimiento científico infalible que le permite saber en cada momento el precio óptimo. Permitimos también que un reducido grupo de burócratas determine qué debe estudiarse en los institutos, o a qué precio debe venderse el tabaco, o que una mayoría determine en qué idioma se debe estudiar en un sitio e imponga esa solución a todos.

En un proceso de descubrimiento empresarial el consumidor puede elegir entre una amplia gama de soluciones, en un proceso de determinación administrativa no tiene más remedio que tragar con lo que hay, le guste o no. En un caso la dinámica competitiva lleva a una perfeccionamiento continuo de los productos, y en otros como el mercado laboral español, la brutal rigidez imperante conduce a un estancamiento crónico.

No dejemos que Méndez, ni Rubalcaba nos solucionen los problemas. Ni ellos ni nadie conocen la respuesta. Es algo que se tiene que descubrir empresarialmente.
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sábado, 5 de marzo de 2011

Las cortas patas del prohibicionismo

Los socialistas son puritanos y quieren el bien de la humanidad. Están contra el alcohol. Son secos. Reprochaban al zarismo su política de embrutecimiento del pueblo mediante el fomento de la embriaguez y la instauración del régimen de libertad absoluta que reinaba en el campo de la venta de vodka. Durante la guerra, el Estado había convertido en privilegio oficial la industria de la fabricación del famoso alcohol.


El triunfo de la Revolución instauró, naturalmente, en Rusia, el régimen seco. La fabricación y la venta de alcohol fue prohibida draconianamente. Se vio, sin embargo, que después de las restricciones no disminuyeron las borracheras. Al contrario: se veían como antes y presentaban un aspecto más lamentable, como si se emborracharan con algo más fulminante, más diabólico y más directo. En efecto: la prohibición había hecho surgir una serie de fábricas clandestinas de vodka, las cuales extraían el vodka de materias inferiores. Las fábricas fueron cerradas y los fabricantes encarcelados. Pero esto no disminuyó en absoluto el número de borracheras. Llegaron, los dominados por el vicio, encontrándose perseguidos, a fabricar el vodka ellos mismos y utilizando materias no ya inferiores, sino absurdas. Salió un vodka casero de efectos terribles, dinamita pura. El Estado se consideró incapaz de luchar contra el flagelo. Decidió abandonar.


Lo escribió Josep Pla en 1925, después de viajar varios meses por Rusia y otros muchos países europeos. Sus crónicas sobre esos viajes son realmente amenas e instructivas. Lenin había ya muerto y Trotski era una estrella emergente. La famosa Ley Seca de EE.UU llevaba ya seis años en vigor, pero no fue derogada hasta 1933.


La historia se repite una y otra vez sin que muchos aprendan nada. El prohibicionismo tiene las patas muy cortas. La oferta acaba siempre llegando a la demanda. Siempre aparece algún iluminado intentando erradicar el alcoholismo, las drogas o la prostitución mediante prohibiciones. Siempre fracasa. Las transacciones voluntarias continúan prodiciéndose. En la clandestinidad, abriendo paso a las mafias. Los Estados dilapidan una cantidad gigantesca de recursos persiguiendo a los traficantes pero en ningún caso logran detener el comercio. Luego no tienen medios ni tiempo para actuar contra los ladrones, que campan a sus anchas en países como España.


Dejen de causar daño queriendo proteger a los individuos de ellos mismos. No es posible organizar la sociedad mediante mandatos coactivos. El constructivismo racionalista, como explica Capella, es en realidad un romanticismo irracional.

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domingo, 13 de febrero de 2011

Mubarak, es tu final

Homenaje a todos aquellos que se rebelan contra la tiranía en Egipto, Túnez, Cuba, Birmania o dondequiera.

Música del grupo barcelonés Silent Scream:


martes, 11 de enero de 2011

El despropósito de las "inversiones" públicas

"¿Por qué son de duración limitada? Muy fácil, porque se han creado para proyectos sin recurrencia, que una vez acabados no aseguran su sostenibilidad ya que no generan ingresos. Y, aunque los generaran, no lo harían en cuantía suficiente para recuperar la inversión, puesto que de ser proyectos rentables y sostenibles los hubiera acometido la iniciativa privada.

Todos los gastos de los gobiernos, por mucho que los llamen, engañosamente, inversiones, no son más que consumo de recursos. Nos lo enseña Reisman en su biblia "Capitalism". Son consumo de recursos por lo explicado en el párrafo anterior: no tienen vocación de recuperarse."


Es curioso hasta qué punto este reciente reportaje de Cuatro sobre “inversiones” públicas ruinosas viene a dar la razón a lo que escribía Ferhergon en 2009. Vean cómo han acabado esas inversiones que iban a crear mucho empleo e impulsar el crecimiento económico. Hemos malversado los recursos, los hemos dilapidado en infraestructuras que no generan ingresos, aunque políticamente quizá si fuesen rentables en su momento. AENA es el gestor aeronáutico más deficitario del mundo. Hay aeropuertos sin apenas actividad. Sólo 18 de los 48 que hay no son deficitarios. Hay estaciones de AVE que no usan ni 20 personas al día. Sólo China tiene más kilómetros de AVE que España, y sin embargo los pasajeros que lo usan en España son el 20% de los que lo hacen en Francia.


No se pierdan tampoco esta noticia sobre el primer vuelo en el aeropuerto de Lérida:


"El Airbus 320 de Vueling que ayer cubrió la nueva ruta entre Lleida y Barcelona tenía capacidad para 180 pasajeros. Solo 44 ocuparon sus asientos. Y de ellos, casi todos eran invitados del sector turístico leridano. Solo seis ocupantes pagaron billete y dos de ellos eran periodistas. Esta fue la escasa demanda de un vuelo de apenas 25 minutos con el que la aerolínea catalana espera rentabilizar su presencia en Alguaire, tras el fracaso de la ruta a París."


Y mientras en algunos sitios como el área metropolitana de Barcelona las autopistas y carreteras están colapsadas. El Estado tiene serios problemas para financiarse y estamos en riesgo inminente de quiebra. Las “inversiones” se han hecho siguiendo criterios de rentabilidad política y no económica. No donde había demanda, donde hacían falta, donde podían ser rentables, sino donde era políticamente oportuno. Es lo que pasa cuando se deja en manos de los políticos lo que debería decidir el mercado.

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