miércoles, 22 de octubre de 2008

Austrofobia, constructivismos y utopismos

El Neoconomicón es un blog riguroso y de calidad, sobre todo en el tratamiento de temas filosóficos e históricos. Me sorprende, sin embargo, que su autor tenga esta percepción del pensamiento miseano:

"Nairu, la humanidad no se ahorraría padecimientos salvo que viviésemos en alguna utopía, y perseguir la utopía ha sido causa de padecimientos bastante gordos. O, como escribió Hölderlin, cada vez que el hombre ha tratado de hacer del mundo su paraíso, lo ha convertido en el infierno. Eso vale para Marx, pero también para Mises y para cualquiera que hable como un iluminado y pretenda abolir el a posteriori. Si hay que rescatar algo del liberalismo, será el empirismo y el espíritu escéptico, no la doctrinaza a machamartillo. O sea, que todos estos iluminados y visionarios, a la mierda".

Yo le he contestado que los que hicieron tanto daño en pos de esas utopías fueron los racionalistas constructivistas contra los que tanto batallaron Mises y Hayek. Que el liberalismo de éstos es todo lo contrario del utopismo constructivista. Que utopismo es creer que la acción estatal puede abolir la herencia sin consecuencias dramáticas, o que se pueden bajar los precios por decreto sin provocar escasez, o que los salarios pueden evolucionar independientemente de la productividad sin que aumente el paro. O en definitiva, esa pretensión arrogante según la cual, el hombre puede moldear a su gusto la realidad circundante. La doctrina de Mises y de Hayek, es todo lo contrario de la búsqueda utópica de paraísos. Es el reconocimiento de los límites de la ación política. Es el realismo frente al utopismo constructivista, por eso me indigna que las entradas sobre pensamiento austriaco en este blog vayan siempre acompañadas de etiquetas como "ingenuidad crónica", "ingenuidad sin límites" etc.

Lo que decía exactamente Hölderlin, conviene recordar, es lo siguiente: "Lo que ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la tierra es precisamente que el hombre ha intentado hacer de él su paraíso."

Sobre este tema, me parece muy conveniente recordar estas palabras que escribió Huerta de Soto para el prólogo de La Fatal Arrogancia ( F. Hayek):

"La gran aportación de Hayek consiste, básicamente, en haber puesto de manifiesto que la idea original de Ludwig von Mises en torno a la imposibilidad del cálculo económico socialista no es sino un caso particular del principio más general de la imposibilidad lógica del "racionalismo constructivista o cartesiano", que se basa en el espejismo de considerar que el poder de la razón humana es muy superior al que realmente tiene, y que cae, por tanto, en la fatal arrogancia "cientista" que consiste en creer que no existen límites en cuanto al desarrollo futuro de las aplicaciones de técnica o ingeniería social.

(...) Organizar la sociedad desde arriba , basándose en órdenes, mandatos coactivos y prohibiciones es teóricamente imposible, al impedirse la libre creación y transmisión del enorme volumen de información práctica que exige una economía moderna y que no puede ser siquiera intuido por el órgano central de planificación. (...) De hecho, todas las tragedias de la humanidad de los últimos cien años que no se han debido a causas naturales (...) han tenido su origen directo o indirecto en el deseo, muchas veces bienintencionado, de llevar a la práctica la utopía socialista."

En Derecho, Legislación y Libertad, Hayek explica esta idea con una claridad insuperable:

" El error característico de los racionalistas constructivistas a este respecto estriba en que intentan basar sus argumentos en lo que se ha denominado la ilusión sinóptica, es decir, en la ficción de que todos los hechos relevantes son conocidos por alguna mente, y de que es posible construir a partir de este conocimiento de los particulares un orden social deseable. A veces la ilusión se expresa con un toque de conmovedora ingenuidad en los entusiastas de una sociedad deliberadamente planificada, como cuando alguno de ellos sueña con el desarrollo del “arte del pensar simultáneo: la capacidad de abordar a un tiempo una multitud de fenómenos interrelacionados, y de integrar en un solo esquema los atributos tanto cuantitativos como cualitativos de estos fenómenos”(Lewis Mumford). Tales sujetos parecen ignorar completamente que este sueño esquiva el problema central que plantea cualquier esfuerzo por comprender o conformar el orden de la sociedad: nuestra incapacidad para reunir como conjunto abarcable todos los datos que integran el orden social. Todos aquellos que están fascinados por los bellos planes que resultan de tal planteamiento porque son “tan ordenados, tan visibles y tan fácilmente comprensibles”(Jane Jacobs), son víctimas de la ilusión sinóptica y desconocen que estos planes deben su aparente claridad al hecho de que el planificador deja a un lado todos los hechos que desconoce”…

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34 comentarios:

Anónimo dijo...

Los fragmentos están muy bien, pero son citas vagas, ideológicas, y siempre que no se profundice demasiado pueden ser compartidas por mucha gente que no sea particularmente "austríaca".

Paradójicamente, sin embargo, la praxeología es una forma de pensar bastante cartesiana. Mises es un trascendentalista de libro, y su "método" está a bastantes años luz de lo que hoy se considera corrientemente "ciencia". En este sentido no es raro que la escuela austríaca esté produciendo muchos más evangelistas que economistas.

"Moldear a nuestro gusto la realidad" desde luego es una utópica y arrogante pretensión, pero es también un pensamiento sapiencial que no aporta ningún criterio manejable sobre los temas económicos o políticos candentes, como el rescate financiero.

Anónimo dijo...

Nairu, por la parte que me toca me gustaría responderte, aunque me parece que la respuesta es obvia.

Los Dos Minutos de Odio es un blog de humor. Y como tal debe ser entendido. Ahora bien, aún así entiendo que te moleste que las entradas sobre pensamiento austriaco siempre vayan acompañadas de determinadas etiquetas. Pero eso tiene una razón, en la que el hecho de ser sobre pensamiento austriaco (¿seguro?) es lo de menos.

Un chaval que dice que Huerta de Soto es el macho alfa de la manada de nuevos austriacos. Otro que dice que es el Curro Jiménez del tema y se pone a cantar. Un tercero que habla de su descubrimiento de la escuela como si de un viaje a Damasco con caída del caballo se tratase. Otro que la describe como una panacea universal, única y perpetua, como si la Realidad fuera estática. De Stewie mejor ni hablamos. Lo que criticamos NO es que sean austriacos, marxistas o condensadores de fluzo, sino la manera iluminada de hablar que tienen.

No verás una entrada jocosa sobre tus escritos bien estructurados y argumentados, sino en todo caso una respuesta si no estamos de acuerdo y somos capaces de articular algo contra tu tecnicismo. Porque hay formas y formas.

Lo último, antes de irme: deslizarse hacia pendientes de «los entusiastas de una sociedad deliberadamente planificada» es resbaladizo.

Un saludo.

Héctor Meda dijo...

Hombre se puede criticar a Mises por muchas cosas pero no por ingeniero social o utopista desde luego. La comparación con Marx es tan forzada como cuando se saca a Hitler a colación.

En cualquier caso la escuela austriaca no se remite únicamente a Mises. Parece que se olvida o se quiere olvidar.

Ahí está Hayek también quien no era partidario de una epistemología como la de su maestro (la entrevista de Escohotado en Sir2.0 es elocuente al respecto) y quien compartía ideología
con Popper cuyo liberalismo, no cabe duda, venía del empirismo y el espíritu escéptico, no la doctrinaza a machamartillo.

Y es que a algunos se les puede señalar claramente sus falacias en sus ideas sobre ética no me queda tan claro que eso pase en sus ideas sobre economía.

Otra cosa es que sí, sí hay cierto molesto tono mesiánico en algunos bloggers (no este por cierto).

J dijo...

Sólo una precisión antes de entrar en materia: tal como has citado mi comentario, parece a quien estoy mandando a la mierda es a Mises. Y justo después, decía: "Y todo eso no quita para que La acción humana sea un libro inmenso." Es decir, no se trata de negarle el pan y la sal a Mises ni a la escuela austríaca, sino de denunciar los discursos iluminados y sectarios que los tomen como base. Como sabes, en la entrevista que le hice a Escohotado dedicamos un buen rato a hablar de los austríacos, tratando de matizar las cosas. Porque lo que no se puede negar es que en Mises ya está el germen del doctrinarismo en que ha caído la escuela.

J dijo...

Héctor, la comparación con Marx no es tal comparación; lo que sugiero es que hacer valoraciones tan sentimentales de los grandes pensadores o los grandes libros es un error, y fue lo primero que me vino a la cabeza dado lo grosero del tratamiento que se le da en ciertos ambientes "liberales". Evidentemente, Marx ha sido algo más que un resentido pustuloso, como se lee por ahí; Milton Friedman no era el demonio, Leo Strauss no era fascista y Mises, digo yo, podría equivocarse alguna vez.

Héctor Meda dijo...

Bueno sigo con la discusión de si Acción Humana podría ahorrar o no padecimientos a la humanidad (porque creo que esa es la discusión ya que no tengo nada en contra de los 2 min).

J,
No sé cómo no había leído tu última frase del comentario donde te muestras más clemente con Marx quien, efectivamente, no puede ser tampoco satanizado alegremente

Que conste que yo no estoy necesariamente en contra con lo que dices, si lees este post mío y sobre todo su último párrafo verás que casualmente termino con una frase similar a la de Höderlin ( a quien, por cierto, no he leído :-( pero si le gustaba Heidegger...)

Ahora al tema de los ahorros de padecimientos. Como dejó claro Popper no hay que confundir ingenería social utopista con ingeniería social gradualista siendo esta última la que hay que hacer en política.

A veces este último punto se olvida con lo que se pasa de un extremo ( revolucionario) a otro (conservador acrítico).

Es decir, yo creo que esta crisis revela que las instituciones económicas necesitan un retoque si no queremos volver a pasar por una situación tan grave como esta y en ese sentido la escuela austriaca es la única que propone, frente a los meros rescates, cambios realmente estructurales , los cuáles tendrían que poder ser realizados, insisto, gradualmente.

J dijo...

El problema es que "constructivismo" o "ingeniería social" son categorías bastante gaseosas. Por ejemplo, defender hoy día el regreso al patrón oro, ¿pertenece a la esfera de lo espontáneo de Hayek o es un constructivismo disfrazado?

El concepto mismo de "orden espontáneo" no está suficientemente desarrollado. Por ejemplo, no queda claro por qué se le niega la espontaneidad a las instituciones del estado, como si todo lo que convencionalmente llamamos "estado" fuese producto de una planificación concreta y no de una evolución política de siglos. Tyler Cowen lo explica aquí (PDF):

http://www.gmu.edu/jbc/Tyler/Spontaneous%20Order.pdf

Tal como se suelen plantear las categorías "Estado" y "Mercado" o "público" y "privado" no sirven para gran cosa; se trata más bien de divisorias de carácter moral o sentimental. Lo explicaba hace unos meses aquí:

http://neoconomicon.com/2008/05/27/estado-y-mercado-la-segunda-guerra-de-los-cien-anos/

Es decir, no podemos hablar de una esfera de lo privado, espontánea, auto-organizativa, y del Estado como opuesto, planificado, constructivista, porque estamos haciendo metafísica, y de la mala. Lo cierto es que en la realidad no existen estos compartimentos estancos; lo que convencionalmente llamamos capitalismo, por ejemplo, nunca ha sido independiente del proceso de construcción de los estados modernos europeos. Insisto, si se trata de usar estas categorías de manera aproximativa para explicar algún fenómeno, no me parece mal; si pretendemos resolver la historia del mundo de un plumazo basándonos en ellas, entonces es constructivismo a fin de cuentas, se llame como se llame.

Citoyen dijo...

Hola;

Mises era apriorista. Pensaba que el mundo se puede entender a partir de axiomas a prioris. Eso es al menos lo que dice Mark Blaug (La metodología de la ciencia económica 1980). Hay una rama de la economía llamada "Hacienda pública" que te explica que uno debe hacer el balance entre las distorsiones de intervenir y los problemas de no hacerlo. Eso no es ingeniería social; todas las sociedades del mundo son planificadas, y algunos de sus aspectos necesitan ser planificados centralmente.

POr lo demás suscribo punto por punto los dos primero parrafos de Eduardo dicho por Eduardo.

MI post tiene un parrafo bastante largo sobre por qué sólo es una visión normativa-las visiones normativas no pueden ser utópicas porque no tratan de nada "empírico". Dado que he escrito tres posts sobre el tema, me gustaría que fueras un pelín más conciso-el argumento de Esplugas, por ejemplo, sí me parecía válido aunque no lo comparta.

García dijo...

Hola Nairu.

Por alusiones (en el mismo sentido que Judas), te señalo que la etiqueta "ingenuidad crónica" fue creada con el objetivo de burlarnos de aquellos que tienen alguna carencia de pensamiento crítico, lo cual les impide cuestionarse la idoneidad de las creencias propias sobre la realidad, y les hace especialmente vulnerables ante la vida.

La primera entrada que recibió esa etiqueta fue la de Ingrid Betancourt llamando bárbaros y justificadores del terrorismo a quienes se oponen a negociar con ETA. La asignación de esa etiqueta a otras entradas se hace en base a los razonamientos empleados y sin tener en cuenta a qué "escuela" económica o ideológica pertenezca el personaje.

No sé apenas nada de Economía, así que nunca he hablado de ella (y las pocas veces que me he aventurado a hacerlo, he dicho cosas poco coherentes, así que ya ves), por lo que me creo incapaz de contradecir a Von Mises de forma adecuada. Lo máximo que me atrevo a decir es que afirmar que el mercado es un sistema perfecto es un poquito peligroso (lo poco que me han enseñado de Economía se centraba en la intervención pública y los fallos del mercado).

Deberías reconocer que muchas de las argumentaciones que nos regalan algunos de tus compañeros de Red liberal se asemejan más a dogmas religiosos que a verdaderos razonamientos científicos.

Héctor Meda dijo...

Bueno es que yo sí creo que imponer un mercado libre es contructivismo.

Aclaro que es su imposición no su funcionamiento lo que es constructivista porque considero, al igual que Popper que, todo cambio social intencional es constructivista.

Entonces la obligación que debemos tener, aunque sea por pura precaución, es que ese constructivismo sea gradual de este modo posibilitamos que determinadas pautas sobre ciertas instituciones puedan ser desechadas, en caso de ser a la postre contraproducentes, sin acabar con las susodichas instituciones.

Si negamos toda ingeniería social, insisto, glorificando el statu quo acabaremos cayendo una y otra vez sobre los mismo errores. Vamos, el mito del eterno retorno. Demasiado nietzscheana para mi gusto esa política.

Anónimo dijo...

Es decir, no podemos hablar de una esfera de lo privado, espontánea, auto-organizativa, y del Estado como opuesto, planificado, constructivista, porque estamos haciendo metafísica, y de la mala.

En otras palabras, nadie ha diseñado la política como un todo. De ahí que los diseños exageradamente racionalistas sean sospechosos, desde Platón. Si tomamos una perspectiva de "historia profunda", las instituciones han coevolucionado como consecuencias inesperadas de las primeras sociedades productoras de alimentos, hace unos 13.000 años. A partir de ese momento los estados agrícolas derrotaron a las sociedades sin gobierno.

También me parece bien traer el lema de Popper para acabar con los dilemas metafísicos: ingeniería gradual. Al fín y al cabo no se puede decidir entre intervencionismo y "libertad", sino entre grados de intervencionismo. Por ejemplo, la vuelta al patrón oro sería indudablemente una "intervención".

eclipse dijo...

Eduardo:

La vuelta al patrón oro sería una intervención si se obligara a usar el oro (o monedas convertibles en oro) como moneda. No sería una intervención si se permitiera usar legalmente el oro como medio de intercambio (que ahora está prohibido) y al permitirse, se impusiera.

Está claro que la admiración por Mises se manifiesta muchas veces de forma un tanto sobrecargada, pero eso no es culpa de él, ni de Carl Menger, ni de Hayek, ni de Rothbard, ni de lo que hayan escrito.

En el meollo de todo este asunto está la epistemología. No en vano, las 100 primeras páginas de La Acción Humana se dedican a la epistemología (a mí se me hicieron eternas y aburridas y creo que Mises debería haberlas puesto al final, porque adquieran sentido mucho más claramente después de haber leído el resto del libro).

eclipse dijo...

Y la cuestión epistemológica es la siguiente:

¿Hay que utilizar en la teoría económica el mismo método que en las ciencias naturales o existen conocimientos a los que se pueda llegar a priori, mediante la reflexión?

Popper, quizá el filósofo de la ciencia más influyente del siglo XX y XXI, como todo el mundo sabe, define la ciencia según el criterio de falsabilidad, eminentemente empírico. Pero Popper vivía entre físicos, pensaba casi exclusivamente en problemas de física y orienta su filosofía de la ciencia a la Física. No tiene incursiones en la teoría económica.

Aún así, saliendo del terreno de la física, su criterio de falsabilidad le sirve para oponerse a pseudociencias como el psicoanálisis, la astrología, etc.


¿Y en qué se diferencian las pseudociencias del conocimiento a priori no empírico? En que ante las pseudociencias se puede defender lo contrario sin contradecirse. Igual que mengano sostiene que hay un ego, un yo y un superyó, zutano puede estar convencido de que hay tres yos, cuatro yoyós, cinco superyós y siete infrayós y no es más ni menos disparatado.

El conocimiento a priori no es susceptible de negación sin incurrir en contradicción. Yo creo que sus características son:

1) es limitado en cuanto a la cantidad de información que contiene
2) no es la realidad, sino una herramienta para analizarla
3) es firme siempre que esté bien fundado
4) puede y de hecho se entremezcla de forma natural con conocimientos empíricos (no creo que nadie ande haciendo epistemología mientras piensa)

Un ejemplo:

"La causa se produce antes que el efecto"

No hay ninguna (ninguna) experiencia que pueda contradecir esa afirmación. No es falsable. No es científica (según los popperianos estrictos).


Otro
"tienden a sobrevivir las especies mejor dotadas para sobrevivir"

No hay contraejemplo posible. No es falsable.

eclipse dijo...

Un par de lecturas, creo que interesantes:


sobre Wittgenstein y Mises
http://64.233.161.104/search?q=cache:mkL9YOtBmA0J:praxeology.net/antipsych.pdf+wittgenstein+mises&hl=es

y sobre Mises en particular
http://mises.org/story/2025

Nairu dijo...

Gracias por los comentarios. He tenido una tarde muy atareada. Cuando tenga tiempo contestaré algunas cosas.

Da gusto tener comentaristas de tanto nivel.

Terapeuta dijo...

La entrada en concreto que es enlazada la hice yo.

Quizás no diga nada que no se haya dicho, pero el asunto clave no es un autor austríaco o sus teorías, sino más bien el estilo y retórica de unos cuantos de sus seguidores españoles, tan cercana a los telepredicadores que asusta.

Respecto al tema de las etiquetas, me quedo con lo dicho por Mario.

Saludos.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Lo que está gente quiere criticar a mi entender es, el apriorismo de Mises, callendo en un fundamentalismo empirista. No se dan cuenta que el apriorismo de Mises es verificable empíricamente.

García dijo...

El empirismo no puede ser "fundamentalista", flavio. Es una bonita táctica llamar "fundamentalista empirista" a quien le llama a uno "fundamentalista de mercadi" para difuminar la crítica ante los ojos de terceros, pero no está justificado.

eclipse dijo...

Hombre, el empirismo puede extralimitarse y ser así fundamentalista. No tendría sentido ir por ahí verificando empíricamente el teorema de Pitágoras, haciendo experimentos para saber si 2+2=4, o, por ejemplo, intentando verificar la Ley de la Asociación de Ricardo.

Del mismo modo, no tendría sentido ponerse a reflexionar sobre el átomo y sus componentes para obtener su conocimiento "a priori". Ese es el campo del empirismo.

Cada cuestión tiene su método.

Anónimo dijo...

A mi me gustaría que Mario me explicara como se puede aplicar éxitosamente, según él, el modelo de las ciencias naturales a las ciencias sociales.

Saludos.

Anónimo dijo...

Lo que quiero decir Martín es que no se dan cuenta que el apriorismo de Mises es verificable empíricamente. Incurren en un absurdo al catalogarlo de utopía.

Anónimo dijo...

"A mi me gustaría que Mario me explicara como se puede aplicar éxitosamente, según él, el modelo de las ciencias naturales a las ciencias sociales."

¿Mario ha dicho eso?

García dijo...

como se puede aplicar éxitosamente, según él, el modelo de las ciencias naturales a las ciencias sociales.

Stewie no he dicho eso. He dicho el empirismo no puede ser "fundamentalista". Puede ser un método inadecuado, pero no se puede ser un empirista "fundamentalista". La perfección del mercado, como dogma, si puede provocar la aparición del integrismo.

No sé quién ha pretendido aplicar el método de las ciencias naturales a las ciencias sociales. La referencia a la "Ley de la Gravedad" es meramente metafórica, y pretende expresar el escepticismo y la ausencia de prejuicios con la que afrontamos (los "neoprogs") el estudio de la realidad.

Un saludo.

J dijo...

"...es que no se dan cuenta que el apriorismo de Mises es verificable empíricamente. Incurren en un absurdo al catalogarlo de utopía."

Esto, como pirueta retórica, igual le vale a alguien. A mí es que me deja igual. Si es apriorista, como él mismo insiste, no precisará la falsación empírica. Y si se verifica empíricamente, entonces lo que sobra es tratar de montar una ciencias sociales "more geometrico".

En cuanto a la segunda parte, no se trataba tanto de calificar a Mises mismo de utópico cuanto de señalar que sus ideas y su método han servido de punto de partida para utópicos, empezando por Rothbard. No podía ser de otra manera cuando uno se desentiende más y más del a posteriori porque ha vislumbrado una verdad definitiva.

eclipse dijo...

Mario:

No creo que puedas encontrar ni una sola referencia a la perfección del mercado en la escuela austríaca. El mercado no es ni puede ser perfecto, puesto que es resultado de acciones humanas.

Pero desde reconocer la imperfección del mercado hasta creer que alguien debe intervenir estatalmente para mejorarlo, hay un salto. Yo creo que ahí radica la discrepancia y no en la presunta defensa de la perfección del mercado. Hace falta un poco de arrogancia para meterse coactivamente a mejorar el resultado de millones de interacciones entre otros seres humanos. Y cabe la posibilidad (de hecho es bastante probable empíricamente) que la intervención tenga resultados negativos (muchas veces, "corrigiendo" un aspecto a costa de otros y otras veces, estropeando aún más precisamente lo que se buscaba "corregir").

Salu2

Anónimo dijo...

«No creo que puedas encontrar ni una sola referencia a la perfección del mercado en la escuela austríaca. »

Pues sus seguidores no sé si lo han captado realmente... porque flavio dice, en su blog, que «Por lo tanto las fallas del mercado no existen ni siquiera en teoría. En todo caso los que “fallan” son los consumidores.»

Por otro lado...

«Hace falta un poco de arrogancia para meterse coactivamente a mejorar el resultado de millones de interacciones entre otros seres humanos.»

Resulta ya cansino eso de que el Mercado son todos los humanos interactuando y el Estado es un constructo exterior y artificial, cuyo fin es, o parece, fastidiar y enlentecer las sanas relaciones en el Mercado. No deja de ser interesante ver cómo uno se decanta más por la etiqueta de «consumidor» que por la de «ciudadano» cuando, de hecho, se es ambas cosas.

Algunos parecen creer que el Estado es un invento en cuanto a que aparece como fruto de un diseño racional y no como un hecho histórico. Qué se le va a hacer.

eclipse dijo...

Sí, flavio se contradice, puesto que los consumidores son parte del mercado. El mercado es un proceso en el que participan seres humanos y por tanto, podría ser mejor si los participantes acertaran más.

No me parece que todos estas consideraciones lleven muy lejos si no tenemos un patrón con el que comparar. ¿Qué sería un mercado perfecto? ¿Quién lo decide y por qué?

eclipse dijo...

En cuanto a lo del Estado... No, yo no voy por ahí. El Estado es una institución humana también y no importa su origen a estos efectos.

Y el párrafo del consumidor/ciudadano no lo entiendo, la verdad. El consumidor y el ciudadano son la misma persona. Lo que no se entiende es que una persona (vestida de ciudadano), se meta en las actividades de otra (vestida para la ocasión de consumidor, que presumiblemente es menos).

Pero a lo que íbamos:
Suponiendo que alguien detecte un error del mercado y se proponga subsanarlo. Lo primero y más elemental es que precisamente esa es la actividad a que se dedican los empresarios. Es una actividad empresarial: detectar necesidades mal satisfechas y ofrecer un bien o servicio intentando satisfacerlas. De modo que no hay que recurrir al estado: se puede intervenir privadamente en el mercado arriesgando cada uno su propio tiempo y dinero y tratando de subsanar ese defecto.

Si consideras que las empresas de distribución (por ejemplo), no hacen bien su trabajo o son muy caras.... pues métete a eso, lo corriges, si te va bien ganas dinero y si quieres lo donas a una ONG.

Pero eso es muy distinto a gastar un dinero que no es tuyo para "subsanar" un problema que tú has entendido que existe, que alguien viva del cuento por el camino y que sí va mal todos perdemos. De paso, toda aquella empresa del mismo sector específico puede irse a freir puñetas si le entra un competidor (el Estado) que puede permitirse perder el dinero de todos.

eclipse dijo...

Pero es que, incluso podemos suponer que existe una persona muy sabia, observe una necesidad insatisfecha, tire de impuestos, la satisfaga y, efectivamente, genere un bien global para la sociedad. Yo creo que eso es teóricamente posible (cabe la objeción de por qué no ha captado capital privado para esa iniciativa tan interesante, pero la obviamos).

A mí lo que me alucina es que alguien pueda creer que esa es la norma de las intervenciones públicas en la economía. Me parece de otro planeta porque:
- muchas "imperfecciones" del mercado corresponden a gente que le ha ido mal y que quieren que les arreglen lo suyo (grupos de presión, vamos).
- otras "imperfecciones" corresponden a resultados de intervenciones previas (determinar los tipos de interés, por ejemplo)
- los "sabios" no pintan nada en estas decisiones. Las toman los políticos.

Y, del mismo modo que el mercado es imperfecto (por ser humano), es sosprendente cómo a la hora de evaluar las intervenciones estatales (también humanas), todo escepticismo, suspicacia, sospecha, escrutinio.... se deja en la puerta y se aceptan como buenas porque "por lo menos, intentan corregir blablabla", "cogen el toro de la bolsa por los cuernos", "algo había que hacer", etc.

Nairu dijo...

Si negamos toda ingeniería social, insisto, glorificando el statu quo acabaremos cayendo una y otra vez sobre los mismo errores

Héctor, lo que redunda en la perpetuación del statu quo es el intervencionismo no el liberalismo. En Sudamérica los grandes empresarios como Slim se alían con los populistas porque saben que en un mercado libre donde tuviesen que competir sin favores políticos, en igualdad de condiciones con empresas extranras, no podrían cobrar los precios que cobran. Los demagogos populistas que abominan de los tratados de libre comercio son los grandes aliados de emresarios como Slim y los grandes enemigos del consumidor de a pie, que lo que quiere es comprar lo que necesite a quien más barato se lo ofrezca.

En el libro de, En defensa del capitalismo global, Johan Norberg aporta cifras que demuestran que en un país con más libertad económica como EE.UU., si bien las diferencias entre ricos y pobres son muy grandes, también es muy grande la movilidad que hay entre unas capas sociales y otras, de manera que buena parte de los que ahora están entre los más ricos, hace unas décadas estaban entre los más pobres, y buena parte de las mayores empresas de hace unas décadas, han perdido el favor de los consumidores y hab dejado de existir.

Nairu dijo...

Es decir, no podemos hablar de una esfera de lo privado, espontánea, auto-organizativa, y del Estado como opuesto, planificado, constructivista, porque estamos haciendo metafísica, y de la mala. Lo cierto es que en la realidad no existen estos compartimentos estancos; lo que convencionalmente llamamos capitalismo, por ejemplo, nunca ha sido independiente del proceso de construcción de los estados modernos europeos.

Cuando hablo de constructivismo me refiero a la ingeniería social. A las intervenciones que persiguen una sociedad diferente, por supuesto más "justa", equitativa, sostenible etc. tales como querer imponer por decreto los salarios, los precios o los tipos de interés; o las políticas fiscales confiscatorias o las leyes de alquileres forzosos. Esto es constructivismo y los partidarios de estas políticas, además de ignorar las consecuencias a largo plazo sobre toda la sociedad de las mismas, tienen una concepción instrumental del hombre desde el preciso instante en que creen que sus derechos son sacrificables en el altar del bien social.

Que sean necesarias instituciones jurídicas que regulen y garanticen la actividad comercial es algo que no negamos ni yo, ni Mises ni Hayek.

Nairu dijo...

Por ejemplo, la vuelta al patrón oro sería indudablemente una "intervención".

Sí, sería una intervención, pero los liberales no abogamos por una pasividad absoluta, y menos en un entorno de mercados rígidos y altamente intervenidos. Si queremos que esos mercados sean flexibles habrá que intervenir para liberalizarlos.

Mises, que era de quien estábamos hablando, por mucho que les pese a algunos de los seguidores del Mises Institute, decía cosas como ésta:

El liberalismo en nada se parece al anarquismo, ni,desde luego comulga con sus principios. Es evidente que sin un aparato de compulsión peligraría la convivencia social; la amenaza de la fuerza, por desgracia, ha de gravitar constantemente sobre quienes preteden alterar la cooperación pacífica de los seres humanos.

O ésta:

No se puede, ciertamente, rechazar el aparato estatal en lo que atañe a la protección de la vida, la libetad, la propiedad y la salud de los individuos.

Héctor Meda dijo...

Mi opinión, en la línea -en parte- de J, sobre lo qué implica el orden espontáneo:

http://hector1564.blogspot.com/2008/11/la-mano-invisible.html

Saludos