lunes, 9 de febrero de 2009

Trichet tiene razón

Antes de 2008 muy poca gente preveía una crisis de tanta magnitud como la que ahora nos acecha . Se sabía que había algún nubarrón en el horizonte pero casi nadie estaba dispuesto a escuchar a los poquísimos aguafiestas que anunciaban el fin de una etapa. El desempleo era bajo, las bolsas estaban cerca de sus máximos históricos, España tenía un superávit importante y presumía de jugar en la Chapions League. ¿Quién iba a dejarse amargar por lo que dijeran unas cuantos agoreros? Los agoreros eran Peter Schiff, Harry Schultz, Francisco García Paramés, Roubini y Santiago Niño entre otros. Este último escribía hace tres años :

"... desencadenarí­a una crisis tremebunda. ¿Cómo de tremebunda?, pues la crisis serí­a de un nivel semejante a la Depresión de los Años Treinta iniciada con el crash de 1929. "

Llevo tiempo siguiendo los análisis de este catedrático. Me llamaba la atención que siguiendo un método muy distinto ( la econometría ) hubiese llegado a unas conclusiones parecidas a las de los economistas de la Escuela Austriaca. Recientemente, sin embargo, me ha descolocado que escribiese esto:

"Lo mejor de la semana pasada: M. Jean-Claude Trichet diciendo el Jueves que el origen de los problemas actuales está en el bajo precio que el dinero tuvo en años pasados: ¡alucinante!. ¡Pero si fue gracias a esos créditos concedidos a mansalva y a un precio bajo que las economías crecieron como crecieron!. ¿Por qué dirá alguien como él cosas como esa cuando sabe mejor que nadie que no son ciertas?"

En realidad sí son ciertas, como han explicado mediante una argumentación de una congruencia lógica impecable los seguidores de Mises. Los tipos de interés estuvieron muy bajos durante mucho tiempo, pero no porque hubiese ahorro abundante que hacía falta colocar a los demandantes de crédito sino porque los planificadores que dirigían los bancos centrales lo consideraron oportuno. Tras los ataques terroristas del 11-S se temía una gran crisis y se decidió mantener bajos los tipos de interés durante un largo periodo para animar la inversión. Sucede sin embargo, que los precios fijados por los planificadores están condenados a fracasar. Los tipos artificialmente bajos ditorsionan la relación entre consumo presente y consumo futuro: desincentivan el ahorro al tiempo que fomentan el consumo y el endeudamiento. El sobreconsumo y el sobreendeudamiento que vivimos estos años efectivamente hizo crecer mucho a la economía pero fue un boom artificialmente inducido que privó de capital líquido al sistema financiero y dio lugar a malas inversiones a gran escala, como pisos a 6.000€ el metro cuadrado. Sin ese bajo precio del dinero los inmuebles no habrían alcanzado esos precios ni los particulares tendrían las deudas tremendas que ahora tienen y que amenazan la supervivencia de muchos bancos. Las burbujas al final acaban estallando porque en algún momento se tiene que restringir el crédito que otorgaban unas entidades cortas de capital líquido debido al poco ahorro y a los muchos créditos otorgados.

La responsabilidad de los bancos centrales en la actual crisis la reconocen también economistas más ortodoxos como Sala-i-Martín que ayer decía en El Mundo: "La crisis (...) viene de malos incentivos en el sistema financiero, de una mala regulación mundial, de un exceso de intervención pública, de Greenspan bajando los tipos a casi cero".

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