jueves, 30 de septiembre de 2010

Huelgas


Mucha gente sigue creyendo que se pueden imponer precios ajenos al mercado impunemente. Que si se hace la suficiente presión y se fuerza al gobierno, por ejemplo a decretar una subida de los salarios de un 15%, todo el mundo pasará a ganar un 15% más, y tan contentos. Quienes organizan y secundan huelgas como la de ayer creen que el modo de mejorar las condiciones laborales es la lucha, la coacción, hacer la suficiente presión para que la otra parte ceda. Una transacción se realiza libremente cuando las dos partes creen que salen ganando con el intercambio. Pretender forzar a la otra parte a unas condiciones que no le interesan es una estrategia condenada al fracaso. Si yo pretendo que mi empresa me pague un 15% más y ésta no cree que mi aportación a la empresa justifique ese salario, prescindirá de mis servicios y contratará a otro. Si el gobierno impide pagar un salario inferior, pero hay gente dispuesta a aceptarlo, la transacción podría hacerse en el mercado negro o la empresa podría instalarse en un lugar donde encontrase mano de obra más productiva. Pretender que el gobierno imponga unas condiciones laborales al margen de los intereses de las partes contratantes es tan absurdo como forzar al gobierno a fijar un precio máximo para el pan o como si los empresarios quisieran imponer salarios máximos.


Los salarios y las condiciones laborales mejoran debido a la competencia entre las empresas para hacerse con los servicios de los trabajadores más productivos. Por eso son mayores en Dinamarca que en Argentina, país con gran actividad sindical desde los tiempos de Perón. La inversión en capital de las empresas hace más productivos a los trabajadores. El requisito previo para que haya capital es que se ahorre. Un trabajador que lleve una máquina cosechadora puede producir mucho más que el que tenga que hacer la cosecha manualmente. Porque produce más la empresa podrá pagarle más o darle más días de vacaciones o reducirle la jornada. Esto sucede siempre que haya empresas compitiendo entre ellas. Si hubiese un único empleador como en Cuba, la empresa podría imponer salarios bajos.


Para lograr mejores condiciones laborales los sindicatos deberían procurar que hubiese cuantas más empresas mejor y que éstas dispusiesen de capital abundante para mejorar la productividad de los empleados. Justo lo contrario de lo que fomentan en España CC.OO y UG.T. No es de extrañar que tengamos en paro por las nubes y la productividad por los suelos.

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