jueves, 26 de abril de 2007

Terminemos con los aranceles

La política proteccionista de los países ricos está haciendo un grave daño a millones de personas en los países pobres. En este documental donde se resumen los argumentos a favor de la globalización, se critican duramente esas políticas.

Un ejemplo de esas políticas nefastas es la PAC. En este libro , Norberg explica con claridad el vergonzoso e irracional funcionamiento de la política agraria de la UE:

Ésta protege a un pequeño círculo de empresas y campesinos que actúan como grupos de presión, y sus barreras condenan al subdesarrollo y a la muerte a personas de otros continentes.(...) Los contribuyentes europeos pagamos cada año miles de millones de euros para que nuestras tiendas dispongan de una oferta más reducida de comida a un precio más alto.(...) Se subvenciona con sumas astronómicas ( casi la mitad del presupuesto comunitario ) la producción y los transportes de los campesinos europeos. (...)Dado que los subsidios se conceden fundamentalmente en función del tamaño de los cultivos y del número de cabezas de ganado, el 20% de los campesinos más ricos reciben un 80% de las subvenciones . Esto significa en otras palabras, que menos del 1% de la población de toda la UE percibe casi el 40% de todo el presupuesto comunitario.

La UE promueve la pobreza en los países en desarrollo no por favorecer a los europeos, sino en beneficio de unos colectivos reducidos pero muy ruidosos y bien organizados.

Pero las propias élites políticas de África y Sudamérica han sido muy reacias al libre comercio. Lo que ha fracasado en Sudamérica y África es el proteccionismo. Consideraron después de la II Guerra Mundial que una política de autoabastecimiento era la única apropiada. Su propósito era producir "para cubrir las necesidades, no en pos del beneficio". Ello les llevó a tratar de hacer todo por su cuenta, lo que les supuso un coste enorme. Los países del este asiático hicieron lo contrario: se dedicaron a lo que mejor sabían hacer y lo exportaron, lo que les permitió obtener aquello que precisaban a un coste inferior, porque lo cierto es que uno sólo produce para sí mismo produciendo para otros.

Cuando compramos mercancías más baratas ahorramos recursos en nuestro país, lo que nos permite apostar por nuevos sectores y proyectos empresariales. Los aranceles, por el contrario, perturban la estructura productiva de un país, desviando los recursos de mano de obra y capital de industrias competitivas a otras menos competitivas. En lugar de centrarse en producir aquello en lo que se es más eficiente y exportarlo para comprar lo que no podemos producir con tanta eficiencia, desperdiciamos recursos produciendo cosas que podríamos comprar a otros por poco dinero. La consecuencia es una menor producción de bienes y servicios, y por tanto, una menor riqueza para el conjunto de la sociedad.

La extraña creencia según la cual el comercio es un juego de suma cero donde una de las partes pierde lo que la otra gana se halla muy extendida. Lo cierto es , sin embargo, que los intercambios no tendrían lugar si ambas partes no creyeran que fueran a salir bien paradas. Buena parte de las críticas contra el libre comercio se centran en que no existen unas condiciones de negociación igualitarias. Norberg explica en el libro cómo aunque uno no sea capaz de producir nada mejor que nadie, puede salir favorecido del libre comercio. Por ejemplo, si Ana es un as de la cirugía y además se le da bien cocinar y limpiar y Manuel sabe cocinar y limpiar pero peor que Ana, ambos podrían beneficiarse si Ana dedica el mayor tiempo posible a la cirugía, y le paga a Manuel por limpiar y cocinar en su casa. Aunque Ana fuese el doble de buena que Manuel limpiando, si es cien veces mejor como cirujano, le conviene concentrarse en lo que mejor sabe hacer para lograr el mayor rendimiento. Todos aquellos que rechazan el libre comercio porque se desarrolla bajo "condiciones desiguales " harían un llamamiento a Manuel para que se aislara y no incurriera en trato alguno con Ana.

Estonia en 1992, por ejemplo, inmediatamente después de su independencia de la URSS decidió abolir unilateralmente todos los aranceles. Sus derechos aduaneros pasaron a ser el 0,0 de promedio. Además privatizó las empresas estatales, adoptó una tasa fija de impuestos y redujo significativamente el gasto público. Anteriormente a esas reformas, la inflación en Estonia superaba el 1000%, la economía empeoraba, el desempleo era mayor al 30% y el 95% de las empresas eran estatales. Hoy este país atrae gran cantidad de inversiones directas y crece a un ritmo del 6% anual, la inflación es del 2,5% y el desempleo es bajo. Ha aumentado la esperanza de vida y se ha reducido la mortalidad infantil. Por desgracia al incorporarse a la UE, ha tenido que asumir la política arancelaria de ésta.

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