miércoles, 24 de octubre de 2007

De Bastiat a Montilla


Es tan verdadero que la propiedad es anterior a la ley que ella es reconocida incluso entre los salvajes que no tienen leyes o al menos leyes escritas. Cuando un salvaje ha consagrado su trabajo a construirse una choza, nadie le disputa la posesión o la propiedad. Sin duda otro salvaje más vigoroso podría arrojarlo, pero no lo haría sin indignar y alarmar a toda la tribu entera. Es incluso este abuso de la fuerza lo que hace nacer a la asociación, a la convención, a la ley, que pone la fuerza pública al servicio de la propiedad.
Esto lo escribía en el siglo XIX el economista francés Frédéric Bastiat. Ni siquiera entre salvajes concebía que se tolerase que alguien pudiese apropiarse una vivienda ajena

En la progresista Cataluña del siglo XXI, se ha llegado a tal nivel de salvajismo institucional, que a partir de ahora algunos propietarios no podrán hacer con sus viviendas lo que consideren más oportuno y podrán ser obligados por la Generalitat a alquilar viviendas que mantengan desocupadas.

Uno, después de una vida de trabajo, esfuerzo, sacrificio y ahorro, decide destinar el dinero que ha ganado en buena lid a comprarse un piso adicional y luego no puede hacer con él lo que estime más oportuno. Los líderes progresistas decidirán qué se hace con su piso.

Socialismo, comunismo, colectivismo, fascismo: el Estado puede tomar lo que quiera del individuo. Todo es sacrificable en el altar del bien social porque el hombre es un mero instrumento al servicio de una causa superior. A este punto hemos llegado. Y el resto de la tribu ni se indigna ni se alarma. No era difícil de prever para quienes hemos visto cómo el encargado de informar del tráfico en TV3, un tal Espartac, decía en una tertulia que afortunadamente hay gente que trabaja por la okupación. O cómo en los informativos de esa cadena se trataba a los okupas como a jóvenes comprometidos víctimas de la sociedad capitalista. Después de cada desalojo salían haciéndose las víctimas y lamentando que no podrían seguir llevando a cabo sus magníficas actividades sociales. Muy raramente nos mostraban al propietario explicando el daño que le habían causado.

La medida no tendrá apenas efecto porque en el país de la picaresca no será difícil encontrar el modo de burlarla. No es muy difícil simular un alquiler. Los pisos seguirán sin salir al mercado porque siguen sin darse las condiciones legales propicias para ello. Sólo unas clases dirigentes absolutamente incapacitadas para entender el mundo en el que viven pueden ignorarlo. Pero no por ineficaz deja de ser una norma temible, porque como también decía Bastiat una vez que se pone como principio que el legislador está encargado de arreglar, combinar y modelar a su agrado las personas y las propiedades, no hay límites a los modos imaginables según los cuales las personas y las propiedades podrían ser arregladas, combinadas y moldeadas. Según él, la ley nace del derecho individual a la defensa: si es legítmo que cada uno defienda su propiedad y su libertad, también lo es que la fuerza pública lo haga, pero no aplicar esa fuerza común para destruirlas.

3 comentarios:

Fernando A. Ramírez Martínez dijo...

Justo leyendo esto me ha venido a la mente la homestead Act firmada por Lincoln, que tiene un espíritu totalmente opuesto.

Carlos López Díaz dijo...

Derechos absurdos como el de vivienda se han inventado para cargarse los derechos de verdad, como el de propiedad. Es así de sencillo. Toda tiranía necesita de bellas palabras.

Odalric dijo...

Nada, ahora lo que se estila es el chavismo. El Soviet de diseño...

Lo malo es que la gente esta encantada.

Vivimos en un país de imbéciles...