jueves, 17 de abril de 2008

Relativismo, decadencia y barbarie

Occidente está enfermo de relativismo en el plano cognitivo, cultural, religioso y ético. Este relativismo ha llevado a imaginar que todo y todos están sobre el mismo plano y que se debe apreciar todo y a todos prescindiendo del contenido, que no se deban usar parámetros valorativos y críticos ante realidades diversas para no herir su susceptibilidad. Ese relativismo es el que en el plano político ha producido lo políticamente correcto, esa actitud que por nada del mundo quiere crear tensiones con los otros, que prefiera la autocensura como mecanismo para prevenir reacciones negativas por parte de los otros. En el plano social, el relativismo ha producido el multiculturalismo.

Esto lo decía Magdi Cristiano Allam en una interesantísima entrevista publicada en El Mundo el mes pasado. En otra parte de la misma explica que Occidente cree que la violencia del terrorismo islámico es de naturaleza reactiva, y no de naturaleza agresiva como en realidad es. Este Occidente se considera culpable de todos los males sobre la faz de la Tierra. Si alguno se hace saltar por los aires en alguna parte del mundo o si una bomba estalla donde sea, Occidente considera que es culpa suya. Occidente no se ha enterado de que hay en marcha una guerra mundial globalizada desencadenada por el terrorismo islámico y dirigida a imponer su poder a través de una suerte de califato globalizado .


En contra de lo que cree buena parte de la progresía europea, todas las culturas no son igual de respetables. Antes de organizar alianzas de civilizaciones, los occidentales deberíamos tener claro cuáles son los valores que han permitido progresar a la humanidad: los principios europeos del legado clásico, la democracia, el pluralismo, los derechos humanos, el respeto a la dignidad humana, el liberalimo y el imperio de la ley. Una cultura que predica la subordinación de la mujer al hombre, no merece el mismo respeto que otra que cree en la igual dignidad de ambos sexos. Una sociedad que se organiza en castas hereditarias superiores e inferiores con derechos completamente diferentes, jamás puede equipararse a otra en la que se respeta la dignidad de todo ser humano y en la que la ley es igual para todos.

Sin en aras de la corrección política y el diálogo, abdicamos de los valores que nos han hecho crecer y abandonamos la defensa de aquello que nos ha permitido vivir en libertad, habremos emprendido el camino hacia la decadencia. El triunfo del relativismo y del nihilismo, nos conduciría inevitablemente al fin de la cultura europea.

Como dice Sánchez Cámara, las civilizaciones mueren. Las culturas se degradan, decaen y se extinguen. Sobre ellas pesa siempre la amenza de la barbarie. Toda cultura es un paréntesis entre dos barbaries.

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7 comentarios:

Fernando A. Ramírez Martínez dijo...

En efecto. El relativismo lleva irremediablemente a pensar que el bien no existe y que el mal no es nada más que su víctima.

Anónimo dijo...

En contra de lo que cree buena parte de la progresía europea, todas las culturas no son igual de respetables

No es un problema exclusivo de "la progresía". De hecho, el mismo Vaticano tiene inclinaciones relativistas muy notables, vía ecumenismo religioso.

Anónimo dijo...

Queda claro que la izquierda, luego de ver caer el muro con todo su peso, se encolumnó tras dos nuevos leiv-motivs: el multiculturalismo y el ecologismo, ambos a ultranza.

Mientras el islam nos ataca con armas debemos defendernos de los progres con las ideas.

Anónimo dijo...

No. Como dijo Toynbee, "las civilizaciones no mueren: son asesinadas".

Carlos López Díaz dijo...

El relativismo no es una moda de ahora, no es propio de una izquierda light, tiene ya un recorrido de más de un siglo. Las ideologías criminales del siglo XX se basan en postular que los principios morales tradicionales son relativos, es decir, quedan subsumidos en conceptos como el proletariado, la raza aria, etc. Por eso no debe sorprendernos la actual convergencia de una parte de la izquierda (no toda, seamos justos) con el islamismo.

Anónimo dijo...

Pues me van a disculpar, pero discrepo.

Creo que el relativismo implica responsabilidad, no apaciguamiento ni sentimiento de culpa.

Yo soy un relativista nato, porque creo (desde un punto de vista estrictamente natural, de supervivencia de la especie) que todas las ideologías, religiones y demás necesitan para existir de la capacidad de formar parte de la realidad humana. Por ejemplo, hay asesinos porque el ser humano no huye nativamente de ese hecho, o al menos no todos los seres humanos. Resumiendo: que toda cultura existe porque puede imponerse, y eso es en sí un valor.

Pero el hecho de tener esa visión relativista (extrema) desde el punto de vista de especie no implica que no tome partido por una ideología o forma de entender el mundo concreta. Al elegirla, ya la estoy valorando por encima de las demás. Es el hecho de que sean «relativas» lo que me permite elegirla, y hacerlo de acuerdo a principios.

Pero claro, es más sencillo hacerlo todo desde arriba: yo opino esto, esto y esto y lo hago porque me suena bien.

Y eso ni implica sumisión al fundamentalisto islámico ni peras en vinagre. Es simplemente elegir. Bien es cierto que mucha de la llamada (recalco el llamada) izquierda no ha elegiddo, pues ni siquiera sabía que existían opciones, y se llama «relativista». No lo es: es vacía.

Es algo bastante distinto el elegir que el ignorar.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

A Eduardo:

El ecumenismo no es relativista. Es pensar con Descartes que el buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, a pesar de todo.